Miedo, eso es lo que
veo a mi alrededor; miedo y reflexiones que dicen que ha llegado el momento de
valorar la vida, de tomárnosla de otra manera cuando todo termine; miedo a no
estar informados, a no hablar de este virus; miedo a la muerte…
Lo que a mí me da
miedo es que muchos hayan tenido que llegar a esto para ver la vida desde los
ojos de la felicidad, siendo ésta tan corta y con tantas maravillas que
experimentar. Miedo a ver que en estos días sólo me lee un diez por ciento de
las personas que lo hacían; miedo porque sólo quieran saber sobre esta maldita
enfermedad, haciéndome ver que nada de lo que escribí tenía para ellos nada de
verdad, desechado los textos donde incitaba a pensar en aquello que nos llena
de ilusión, apartando los pensamientos que hacen de nuestros días momentos
llenos de desilusión. Somos lo que pensamos, creamos todo aquello en lo que nos
concentramos; miedo de que vuestro miedo os lleve a encontrar el final.
Pero no tengo miedo a
morir, porque da mucho más miedo darte cuenta de que no es necesario un virus
para ver la muerte junto a ti, porque basta estar vivo, salir a la calle,
cruzar sin mirar, conducir más rápido de lo normal o hacerlo todo bien y que
sea otro quien te robe la posibilidad de respirar. Miedo de que nuestro “amigo
Cáncer” y cualquier otra enfermedad nos robe a nuestros seres queridos, pueda
meterse dentro de cualquiera de nosotros sin haberlo ni intuido; miedo de
quedarme en casa y que el mundo se me caiga encima; miedo de no poder volver a
mirar esos ojos que me devuelven la vida, a no rozar más los labios que
permiten avanzar, a no sentir más abrazos y ni tener motivos para gritar.
Si tengo que temer a
la muerte, es evidente que no tendría motivos para seguir, para abrir los ojos
cada mañana y sonreír, para hacer nada bien y, mucho menos, algo mal que me dé
motivos para aprender y reflexionar. Así que dejemos de temblar y empecemos a
pensar que cada segundo de nuestra vida es digno de valorar; que el tiempo
jamás será perdido porque cada día cuenta como parte del camino que nos ha
tocado experimentar; olvidemos los dramas, borremos el pavor de nuestras
miradas, las ideas que nos roban el sueño y los cuentos donde no hay sitio para
las hadas.
Deseo que todo lo que
hagamos nos permita sonreír y así lo hilos del Universo se moverán para crear
un mundo más feliz, pero dejemos de tener miedo a morir, porque, pase lo que
pase, hasta que no llegue el momento, no nos llegará nuestro fin.