sábado, 21 de abril de 2018

Libertad


Creemos ser marionetas de todo lo que nos rodea; leyes, contratos, ideologías sociales, herencias familiares, comentarios y cotilleos... Todo, desde lo más coherente hasta lo más absurdo, condiciona nuestra manera de vivir. Triste y poco alentador...

Sin embargo, cada vez más, somos capaces de mirar con los ojos del alma y darnos cuenta de que a nuestro alrededor sólo estamos nosotros, nuestra vida y todas las circunstancias que en ella se dan debido a nuestras propias decisiones. A veces tenemos que pasar por caminos sinuosos que dan mucho vértigo; nos vemos obligados a cruzar por puentes que nos aterran, dormir en ciudades fantasmas y convivir con verdaderos zombis. Pero esas experiencias "obligadas" son un cúmulo de lecciones que el Universo nos hace llegar a través de sus hilos y que nos preparan para el momento de alcanzar nuestras metas, nuestros sueños. 

Todos debemos pasar por este tipo de "pruebas", pero sólo las que son capaces de resumir y esquematizar esos aprendizajes, llegan a ver que, tras esa maraña de sentimientos negativos, se encuentra la respuesta que creíamos tan perdida; allí está siempre el camino de nuestra felicidad.

De esta manera, llegamos al día más importante de nuestra vida, donde descubrimos que todo lo que deseamos está a nuestro alrededor para que podamos cogerlo cuando estemos preparados para ello. Nadie puede decirnos que no estudiemos lo que nos apasiona, trabajemos de lo que nos gusta y dediquemos nuestro tiempo a lo que nos hace vibrar el alma; que no vayamos a unos u otros lugares, que vistamos de una determinada manera; o que elijamos, según sus criterios, a la persona con la que compartir nuestras vidas.

Así es, llegados a este día, todo lo que nos falta para ser felices se convierte en la excusa de las personas sin valor, de los que fueron amedrentados durante su crecimiento y "viven" creyendo que otros pueden decidir por ellos, pueden guiarles hacia la felicidad imponiendo sus perspectivas, o lo peor, hacerles tan infelices como lo son ellos. 

Y pasadas estas horas de alumbramiento para nuestra alma, queda pasar por aquellas en las que comprendemos que quienes nos ponen aún más difícil este arduo camino, son los que han quedado atrapados en el suyo; aquellos que no encuentran la salida, que olvidaron cómo sonreír y, allí, en su oscuridad, tejen hilos en los que sólo tú, como araña que cae en su propia trampa, ayudas a anudar a tu libertad.

Toca entonces dejar de culpabilizar a los demás por todo lo que no hacemos y tomar las riendas de nuestra vida, ser responsables con ella y, sobre todo, con lo que sentimos. Escuchar al corazón, sentir al alma y dejar que la mente ponga orden en el laberinto de muros que hemos ido levantando ante nuestros sueños. Caminar cerca de los que son felices y se alegran de nuestra felicidad, de quienes tomaron sus propios caminos y se apartan, a nuestro paso, para que podamos continuar con el nuestro, sin abandonarnos, tan sólo guardando la distancia justa que nos permita avanzar, sin cargas, sin temores, sin miedos, sin nada que reprochar... camino a nuestra libertad.

☯ Sonia Brúnar ☯

El juego


Me despierto de nuevo y, sin pensarlo, te busco entre las sábanas que no hace tanto revolvimos con nuestra pasión. Miro atrás sin comprender que deba convertir en pasado los besos que nos bañaron el alma, todos aquellos que aún no me has dado… Cierro los ojos con fuerza por si, al abrirlos, vuelves a estar entrelazada con mi cuerpo; me pierdo en el recuerdo de tu ser, en el sudor de nuestra piel, en las lágrimas que escondo por no entender este sentimiento que me invade con su nostalgia…

Quizás fue sólo un juego; tal vez no era más lo que pedíamos a la noche, pero ahora, cuando la luz del sol entra por mi ventana, me pregunto por qué no pudo ser más… Más caricias que me hagan volar contigo por el Universo, más sonrisas que hagan mover sus hilos y nos enreden con el amor más bello jamás soñado; quiero más gestos de esos que me llevan a quitar el pelo de tu cara, que me permiten rozarla con la mía, que me llenan la ilusión de cuentos y fantasía…

Levanto mis ganas para emprender el camino que cada día nos marca, y me gusta pensar que me esperas con el café humeante difuminando tu imagen, con tus brazos abiertos esperando los míos, con tus planes queriendo que forme parte de ellos. Al abrir la puerta de mis deseos no encuentro más que la sombra de lo que bajo el oscuro manto de la noche me regalaste; me estremezco cuando el placer de tu humedad ahora se seca entre mis manos cansadas de buscarte, ésas que me piden explicaciones sobre un sueño que no depende sólo de mis ganas de ser feliz a tu lado.

Los días pasan como una absurda película en la que invento más que vivo, imagino más que siento, decoro más que la mejor de mis habitaciones. Te veo en el reflejo de mi espejo, en las canciones que una radio lejana hace sonar para que vuelvas a mí; eres la inocencia de cada niño que me mira, la brisa de los vientos que azotan nuestras tierras, el calor del sol que llega agobiar, la frescura del agua con la que alivio mi sudor, el silencio del tiempo al que empiezo a guardarle tanto rencor…

Me cuestiono, entre sollozos, las razones que te alejan de mi realidad, que hacen que te escurras como un pez que aún quiere seguir nadando libre por el mar. Cómo hacerte entender que tu libertad es mi cárcel, que no es en ella dónde te quiero encerrar, que si me dieses la mano podríamos volar juntas, sin límites ni fronteras, sin condiciones ni banderas, sin nada que nos perturbe, tan sólo sintiendo que el Universo nos envuelve con su manto de serenidad, dejando que descanses en mi pecho cuando no puedas más, abriendo mis brazos para que corras cuando necesites respirar.

No quiero ser tu freno, sino el motor de tus días; no quiero ponerte trampas, sino curar tus heridas cuando la vida te haga pasar por ellas; no quiero más de lo que me supiste entregar… Llega la noche y vuelvo a cerrar mis ojos con la esperanza de que este día sin ti, sea un mal sueño que da paso a uno nuevo donde, al despegar mis párpados, lo primero que vea sea tu rostro embelesado al mirarme; sintiendo entre mis manos cómo tus dedos buscan a los míos y, en mi corazón, cómo todo lo que vivimos, afortunadamente, fue un juego en el que pudimos ganar las dos.

☯ Sonia Brúnar ☯


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