jueves, 7 de noviembre de 2013

Aún no sé por qué te escribo...

    Aún no sé por qué te escribo... Tú que llegas a mi vida de repente cuando en realidad nunca te marchaste. Siempre a mi lado, siempre un reflejo de todo lo que soñamos. Hoy te pones delante dejando atrás el tiempo que nos separó, recuperando los segundos que se pararon en el reloj de nuestro amor.

    No son casualidades las pruebas que el Universo nos pone en el camino. Todo pasa por algo y nada pasa por casualidad. Tantos años sufriendo por amores imposibles, por relaciones que jamás llegaron a serlo, por sueños que se desvanecían entre los rencores que toda pareja acaba acumulando. Ahora me das la mano para recordarme que no nos separó la distancia, sino el periodo de aprendizaje que necesitábamos para volver a mirarnos con los ojos del alma.

    Amigos que comparten sus vidas siendo amantes en sus mentes, en los silencios que tantas veces nos hablaron del fuego que nunca terminó de apagarse. Confidentes de vidas que avanzan juntas en caminos paralelos, que no tienen la más mínima intención de cruzarse, que no buscan alcanzar la misma meta. De la noche a la mañana se cae el telón del tiempo ante nuestros pies y nos descubre la escena de un reencuentro que no planeábamos ver.

    Todo lo que fuimos hace años fue el principio de una lección que nos llevaba a aprender sobre el amor. Y es el amor el que ha decidido recompensar la nostalgia con momentos que recuerdan lo mejor de nosotros mismos, el valor de una unión que se escondió tras el miedo de nuestras almas a volver a equivocarse. Hoy con el corazón forrado de las experiencias del pasado, retomamos con paso firme la ilusión de un pasado jamás olvidado, de miles de estrellas por explorar, de cientos de sueños por compartir, de dulces besos que derrochar... 

    Y al fin me atrevo a gritar al mundo que mi corazón late con toda su fuerza, que mis miedos los perdí en el último desamor de mi corazón, que me siento valiente para darlo todo por hacer cada día más grande este sentimiento que hace que mi única dieta sean miles de mariposas que acaban revoloteando en mi estómago.

    Aún no sé por qué te escribo, supongo que es sólo para darte las gracias... Gracias...porque desearte como te deseo es revivir por dentro, porque sentirte como te siento es respirar de nuevo, porque quererte como te quiero es lo que colma mi felicidad, porque amarte como te amo...eso...eso no se puede explicar.

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