miércoles, 19 de septiembre de 2018

Giros


El Universo siempre acaba enredando sus hilos a través de esos giros que llamamos del destino… Giros que ponen boca abajo nuestras vidas y que, sin ser responsables de sus líos, nos instan a ser los encargados de deshacerlos.

Giros que borran los logros que con esfuerzo alcanzamos; unas veces las metas, otras las relaciones, algunas, simples objetos. Tener en nuestro poder lo que luchamos por poseer y ver que el tiempo se ríe de nosotros con una sola vuelta, con simple movimiento que deja en nada lo que, hace un instante, lo era todo. Puede ser la tristeza quien gane esta batalla, hundiéndonos en la desesperación por recuperar lo invisible, por volver a tener lo que ni siquiera nos sirve; o quizás, en nuestra mente, la luz nos haga ver que lo que no está, se fue para dejarnos avanzar. No todas las metas son el fin de nuestros anhelos; el cariño no vendrá siempre de quienes queremos, ni lo que llevamos como equipaje será lo que necesitemos…

Giros que nos roban los sueños, que crean tormentas que borran el camino que tan firmemente seguíamos, con tranquilidad, sin temores ni dudas, con la esperanza de un mañana que, al menos, sea tan bueno como el hoy. La senda se borra dejándonos perdidos, sentados a un lado de la carretera que, sin saber cómo, ha desaparecido ante nuestros pies. Pararnos, intentando comprender por qué el destino nos quita las ilusiones, o levantarnos para trazar con nuestros pasos una nueva ruta que, al recorrerla, descubriremos mucho mejor que la anterior. 

Giros que secuestran almas; compañeros de este viaje que no pensábamos dejar marchar. A los que conocíamos de más y a los que ni tuvimos el placer de observar. Nos quedamos vacíos, sin la energía que rebosaba de sus abrazos, de los besos que nos faltaron, las noches que los pensamos y los días donde los disfrutamos. La paz se revuelve en nuestro corazón, azotándolo con lágrimas de hielo, gotas de lluvia que intenta dar calor a lo que enfría nuestras ganas, todas las esperanzas…

Giros que nos hacen pedir una explicación, que nos ciegan ante el desconsuelo, que nos frenan ante la incertidumbre; giros que parecen castigos siendo regalos, que nos hacen sollozar en vez de llenarnos de felicidad, que nos dejan caer en el abismo y nos sonríe como si les diese lo mismo… Giros que, con el tiempo, se vuelven momentos que no recordar, lecciones para no olvidar, sonrisas por las que agradecer la pena y nuevos sueños con los que hallar las respuestas. 

Sea cual sea el giro que esté por llegar, abramos nuestras emociones al cielo, dejemos que el Universo comience el enredo. Son sus nudos los que nos guían por la cuerda de nuestra vida, esa que a veces es floja y otras con fuerza nos ahoga; que nos sostiene cuando estamos a punto de caer y amarra los momentos que no queremos perder. Giros del destino, de la vida, de nuestras vidas…; giros para seguir soñando, sintiendo y aprendiendo…, giros que te invitan a seguir girando…

☯ Sonia Brúnar ☯



Silencio


Echo de menos el silencio, tan temido en esta época donde quedarse a solas con él parece ser un suplicio. En él nos encontramos con la persona que más nos conoce, nosotros mismos, y con ella, podemos hablar sobre todo lo que nos rodea, darnos cuenta de cuánto nos influye el alrededor, de todo lo que estamos dispuestos a hacer por mejorarlo y de aquello que no tenemos intención de cambiar. Quizás sea ese el problema; nos hemos acostumbrado a hablar y hablar, de otros, de todos, de los que no hacen bien las cosas, creyéndonos con el derecho de juzgarlos e incluso condenarlos...

Recuerdo los días que íbamos al centro médico cuando éramos pequeños. No se oía nada entre aquellas paredes, como mucho, algún bebé que se quejaba de su dolencia. Silencio que respetaba las molestias de los que allí nos encontrábamos. Miradas que solían demostrar la empatía ante otros que tenían males mayores, serenidad para afrontar el dolor, esperanza para una pronta recuperación. Ahora todos hablan, algunos gritan y el malestar que nos acecha se intensifica. Los médicos recurren a sus altavoces para pedir una consideración que nunca llega; los reencuentros nunca se hacen con susurros, las conversaciones siempre son para criticar, hablar y hablar...

Evoco mis clases en el cole, donde la mayoría sólo soñábamos con la hora de volver a casa, pero donde todo ese tiempo estaba hecho para aprender. Tal vez fuesen cosas de las que no teníamos ganas de saber, quizás algún tema que nos motivaba el alma u otros que nos desganaba, pero siempre entre el silencio, en la cortesía de escuchar a un profesor que sólo madrugaba para abrirnos los ojos ante el mundo que nos quedaba por conocer. Todos callados ante sus palabras, todos atentos a nuestras tareas, observando a nuestros compañeros cuando salían a la pizarra; respeto que ahora es sólo una triste esperanza. Mis clases son un ir y venir de conversaciones sin sentido, de reproches imitando a quienes se gritan en la pantalla cuadrada, a esos que sus padres siguen cada tarde y cada madrugada. Más hablar por hablar, menos pararnos a pensar. 

Me entristezco en el cine y el teatro, allí donde parece que se ha creado una plaza llena de banquitos donde pasar el rato, echando de menos el valor del arte que se nos muestra. No se puede entender un argumento sin escuchar lo que ocurre, no se disfruta de la música si no cerramos los ojos para dejarla entrar dentro. Artistas que viajan con su don a cuesta, que se sacrifican para hacernos llegar la magia de sus almas, lo maravilloso de su creatividad, y allí estamos nosotros, sentados ante la ignorancia de que no es mejor quien paga la entrada, sino quien sabe disfrutar de lo que se nos regala.

Echo de menos el silencio. No quiero salas de espera sin conversaciones, pero sueño con palabras de aliento, con sonrisas que calman; no espero que mis alumnos sean máquinas que sólo van a trabajar, pero deseo que dialoguemos, que nos aportemos a partes iguales, que sepan que cuando les hablo es sólo para que sean mejores con la edad. No se trata de estudiar sino de aprender cómo se alcanza la felicidad. No quiero que se restrinja la entrada a quienes no saben valorar los escenarios, tan sólo que en las butacas lo importante sea entender que hay más reflexión que la de culpar a otros de nuestra sumisión. Silencio... por favor... silencio...

☯ Sonia Brúnar ☯

miércoles, 12 de septiembre de 2018

Será la lluvia



Será la lluvia, pero el vacío que dejaste, hoy se vuelve intenso. Quizás el sol ayuda a mantener caliente lo que tanto frío nos hace tener, las esperanzas perdidas en pesadillas de sueños, las húmedas calles, el tronar de unas nubes que también deciden llorar la pérdida de tu alma en la Tierra. Tanta lluvia que hoy no son más que las lágrimas a las que cada día doy esquinazo por no mostrar mi debilidad, mi dolor, como diría una amiga, mi cruz… para qué lo voy negar…

Será la lluvia que me recuerda tantos días lluviosos a tu lado; tantas tardes de manta y sofá apoyada en tu pecho, sintiendo el latir de un corazón que hace tiempo dejó de funcionar. Días oscuros que se llenaban con las sonrisas que despertabas en nosotros, con las ganas de crear recuerdos para que, si algún día no estabas, tuviésemos motivos para evocarte. Tanta agua para darnos cuenta de que siempre has conseguido tus propósitos y, hoy, como cada día, aunque no quiera ser consciente de ello, ganas la partida, te vuelvo a echar de menos…

Sí, será la lluvia, ésa que nos mojó tantas mañanas al ir al cole, tantos días al salir a pasear, tantas noches cuando nos llevabais de aquí para allá, enseñándonos el valor de disfrutar de los días, de los amigos y la familia; de vosotros, nuestros superhéroes hasta el final. Demasiadas gotas como para contarlas, como para dar un número exacto, la respuesta precisa; no siempre hay respuesta que pueda dar paz a la pregunta de un alma rota por lo inesperado…

Es posible que sea eso… la lluvia, sus truenos como el reflejo de los gritos que tantos días se guardan callados en mi garganta; no importa que los años se sumen para alejar la fecha de tu partida, pues no existe el tiempo cuando hablamos de Amor. Cada vez que retumba el cielo, mi alma libera la pena que se ahoga en mi pecho, las ganas de exigirle a Dios un plan mejor; un objetivo distinto del de seguir robando seres queridos a quienes tanto los queremos…

Y quién sabe si, realmente, no será la lluvia la única capaz de arrasar con todo esto que nos quema por dentro, la que nos da el bálsamo adecuado con el que curar las heridas, el sonido de la tranquilidad que necesitamos en la vida, la capacidad de reflejarnos en ella para fluir y dejar que el tiempo nos lleve a donde tengamos que estar. Quién sabe si en ella no está esa parte de los que anhelamos, si no son tus lágrimas por la felicidad al poder observarme desde el cielo, si no es la señal de que siempre estás aquí y que nos devuelve los motivos para seguir siendo feliz. Quién sabe cuál es la verdad, si el Universo mueve sus hilos sin pedir permiso, sin preguntar, sin saber siquiera lo que somos capaces de soportar…

Será la lluvia, creo que sí, la que me ha regalado hoy el placer de sentirme viva, apreciando que mi forma de respirar sea ahora parte de la tuya; mis letras, el baúl donde volcaste tus poesías; mis lágrimas, los besos que me debías y este escalofrío que me recorre el cuerpo… ese abrazo que no falta en ninguno de mis días…


 ☯ Sonia Brúnar ☯

Distancia


Distancia es lo que nos ha tocado vivir. Dicen que el amor en la lejanía no puede llenar de felicidad las noches y los días; que se cansa entre los kilómetros que nos separan, que no espera a un reloj que desconoce la hora en la que nuestros cuerpos se unirán. Pero aquí me tienes, evocándote con mis letras, recreándome en las frases que más tarde serán caricias en tu rostro, besos en tus ojos. Quién puede decir que esto no es amor, si tú eres la musa de mi inspiración y con ella yo acorto el espacio que nos separa a los dos.

Distancia que a veces me trae sorpresas... Me siento a pensarte y, tras un sollozo con sabor salado, no puedo más que perderme en cada parte de tu cuerpo que me mantiene enamorado. Tus ojos como dos estrellas que me iluminan desde el día que se cruzaron con los míos; aún me sorprende recordar cómo me lo dijeron todo sin tener que decirme nada, cómo supieron reconocerse sin más, sabiéndose amantes desde antes de ser amados... Quién se atreverá a negar que nuestras almas se conocen desde siempre, si basta ver la luz que regalamos al mundo en cada suspiro que nuestras pupilas derraman cada vez que se miran. Cómo podría olvidarme de lo que el tiempo intenta borrar, si en tu sonrisa está mi paz, los besos que me faltan por dar y las palabras que estoy deseando escuchar. Quién no muere por tus labios es porque no los ha rozado...

Distancia que podría ser un cúmulo interminable de celos, pero sólo teme el que no se siente seguro, el que no se quiere como debe, el que no sabe que la vida es como tiene ser. Y si nuestros corazones dejaran de amarse, sería seguro por amar a alguien mejor. Quién soy yo, en este caso, para negarte un amor mayor... En el sendero de la vida nuestro interior será el mismo, el de dos seres que se amaron hace siglos, se reencontraron para recordarse y se seguirán queriendo hasta volver a transformarse. 

Distancia que nunca es eterna. Cada noche me acuesto entre tus brazos, sueño a tu lado con lo que está por llegar, con todos los secretos que aún me quedan por confesar, con esos días en los que a tu lado quiero madrugar. Mañanas que te traen al pensamiento con sólo estirar mis manos, acompañándome en las canciones del coche, en los saludos de la gente, en las sonrisas que me regala el día. Todo lo que tiene vida es una parte de ti y allí dónde miro encuentro mil razones para esperarte, para enviarte un mensaje, para escribirte mil cartas, para correr a tu pecho cuando vuelves de nuevo a casa.

Distancia es lo que nos ha tocado vivir, pero mientras sigas provocando en mí este constante latir, cuenta con que yo seguiré aquí, pues al verte olvido que te fuiste, al rozarte comprendo por qué te esperé y al mirarte recupero de nuevo toda mi fe...

☯ Sonia Brúnar ☯


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