domingo, 16 de febrero de 2014

Sentarme a escribir

    Sentarme a escribir sin tener la más remota idea de lo que mi corazón va a contaros. Suelo explicar que no sé lo que he escrito hasta que lo leo. Parece ser el intento de poesía de un alma bohemia más que una realidad, pero...es así. La magia de mis letras está en los pensamientos que no le acompañan. Es puro sentimiento, la emoción de un alma que encontró la puerta que le permite salir de un cuerpo limitado y sin capacidad para aprovechar el cien por cien de lo que sus sentidos le permiten captar.
 
    Sentarme a escribir sin que una idea me haya llegado, sin que la inspiración me haya hablado. No es difícil cuando la vida es la mejor fuente de mis palabras, sus momentos lo más bello sobre lo que escribir y sus sensaciones lo más importante que transmitir. Al posar mis manos en el ordenador su movimiento se convierte el baile que más me gusta, en la melodía más armoniosa para mis oídos. El ruido al teclear envuelto en el silencio de mis noches se transforma en la banda sonora de mi vida, en el latir de mi corazón, el motor de mis sueños.
 
    Sentarme a escribir para darme cuenta de que no hace tanto soñaba con hacer todo lo que hoy hago, con tener lo que tengo sin que nada material sea lo que me aporta felicidad. No es la estabilidad económica un sueño por el que luchar, sino la única manera de vivir en esta sociedad. Los sueños son mucho más, van mucho más lejos. Cada persona tiene un lugar en el infinito Universo donde sus ilusiones tienen sentido, donde su vida es lo que desean y sus días el mejor regalo que recibir. Ese es el motivo de nuestra entrega, de nuestros esfuerzos. Dejar de vivir lo que otros nos imponen y ser capaces de hacerlo en medio de nuestras pasiones, de lo que realmente mueve nuestros hilos de amor.
 
    Sentarme a escribir para celebrar que he vivido un día más, un día que no es como el de ayer, sino que se presenta único y brillante como nuestros ojos al hacer de cada minuto un momento más de felicidad. Compartir sonrisas, conversaciones que no dicen nada, miradas que lo dicen todo, besos que gritan te quiero, despedidas que nos unen, encuentros que nos separan, noches soleadas y días llenos de estrellas.
 
    Sentarme a escribir recreándome en el gesto de tu rostro cuando me estás leyendo, en los pensamientos que todo esto provocará en tu ser, en las emociones que tal vez mañana al recordarlo seas capaz de reconocer. Sueño a menudo con la idea de que mis palabras sean como esas que un día abrieron los ojos de mi alma para poder ver claramente el sentido de la vida, para encontrar la manera de estar siempre riendo, a pesar de los inconvenientes y de los hechos dolorosos que marcan a fuego nuestros corazones. Sonrío imaginando la sonrisa que tal vez se te escapa al revivir en mis escritos lo que ya viviste en tu mundo; el nudo que se te coge en el estómago al notar la nostalgia de algunas de mis frases...
 
    Sentarme a escribir para recordarme que no es este mi único trabajo, pero sí el que me permite estar viva, el que alimenta mis sueños, el que llena de esperanzas los malos momentos, de señales los buenos, de ilusiones los que están por venir. Sentarme a escribir para no dejar jamás de sentir, para no permitir que mis días pasen como pasan las estaciones, como pasan las cosas que simplemente se dejan pasar...; para soñar despierta antes de dormir, para decirte que te amo, que te extraño, que recuerdo cada parte de tu cuerpo, que ya no me dueles o que aún sigo esperándote. Sentarme a escribir para crear motivos, para dar sentido a un mundo que se ha cansado de estar preocupado. Sentarme a escribir para ti... No encuentro mayor amor, ni mejor manera de ser feliz que sentándome a escribir...

miércoles, 12 de febrero de 2014

Diario del Amor Loco. XIII (2.0)


Hoy te escribo, mi diario del Amor Loco, para contarte de nuevo lo que siento. Mi alma sigue meciéndose por el maravilloso vaivén que genera el amor en cada parte de mi ser. Definitivamente, debo reconocer que sin amor no puedo vivir, no imagino la vida así...

La tranquilidad que ha vuelto a mí me permite pararme a pensar en eso de lo que tanto he huido y que, finalmente, me ha estado atropellando una y otra vez. Ahora puedo sentarme, y observar desde afuera, cuáles han sido todos los errores que cometí previos a tantos desamores. No me sirve de nada centrarme en el daño que me hicieron, sino comprender que lo que acaba por motivarlo es la suma de despropósitos que siempre llevo a cabo.

El más importarte es decir sin pensar todo lo que siento, gritarlo no sólo al mundo sino, sobre todo, a la persona a la que deseo. Parece ser que, como siempre se ha dicho, "las prisas no son buenas consejeras" y en mi afán por aprovechar cada segundo de mi vida, no espero nunca a saber si las elecciones de mis amadas forman parte de la consecución de sus pasiones o, por el contrario, es mi propia pasión la que acaba por envolverlas, haciendo que, más tarde o más temprano, se den cuenta de que no es su amor el que viven y sienten, sino sencillamente el mío...

Por eso, mi amado diario, ahora sé que debo disfrutar de todo lo que esa persona me da, alargando esta sensación tanto como mi alma resista, esperando con paciencia a que sea ella quien decida si soy alguien tan importante como para sentir por mí lo mismo que yo siento por ella. Sí, debo callarme y no decir nada, sentarme, tranquilizarme o, simplemente, aprovechar esa energía que me transmite para hacer mil cosas más de provecho durante el día...

Ella recarga mis pilas, la batería de mis motivos, el motor de todos mis sueños. No importa que no sepa ni que existo, que no llegue a saber lo que siento o que sea ella quien jamás llegue a sentir nada, pues mientras dure mi amor yo seguiré sintiendo que su saludo me hace cosquillas en el estómago, que su sonrisa cautiva a la mía, su mirada se pierde entre mis ojos hasta llegar a tocar mis manos y sus labios son la fuente de la eterna pasión que sueñan mis besos. No, no debo contar nada. Es mejor que no sepa que es quien me despierta después de haberme dormido en sus brazos cada noche, que alumbra mis días dejando ciegos a unos ojos que sólo ven reflejado en sus retinas el próximo reencuentro.

Perdóname, mi diario del Amor Loco, pero no puedo decirte más, no quiero que sepa que su locura me vuelve loca, que su sinceridad hace crecer la mía y que mis sueños sueñan con poder encontrarse con los suyos. Shhhhuuu...no digamos nada más, no vaya a ser que se entere de que es ella en quien no puedo dejar de pensar...

☯ Sonia Brúnar ☯

 

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