domingo, 28 de octubre de 2018

Incomprendidos




Algunos somos un cúmulo de almas incomprendidas que se mueven en un mundo que jamás les entenderá. Quizás, “jamás” sea demasiado tiempo; tal vez, sea al abandonar este lugar, cuando todos los que ahora nos miran recelosos, sepan cuáles eran los motivos que nos llevaron a actuar de esta forma y no de otra, no como ellos.

Incomprendidos en nuestras sonrisas, pues nunca necesitamos motivos para dejarles ver la luz, para plantarse delante de cualquiera que se atreva a mirarnos a los ojos; para salir a brillar, aunque el sol haya decidido no hacerlo, para regalar lo mejor que hay en nuestro ser… la felicidad que guardan nuestros labios, la dulzura que tiene cada momento…

Incomprendidos en nuestra forma de hacer las cosas. Qué triste cuando el mundo se mueve sin disfrutar de cada paso, de los gestos que su cuerpo expresa, del aire que la vida nos regala para seguir soñando, de la alegría de despertar cada mañana con cientos de motivos por los que emprender la marcha. Un lugar, una persona, corazones dispuestos a aprender de nosotros, almas deseando enseñarnos algo, notas llenas de música que inundan nuestros corazones, palabras que jamás se quedarán atrás…

Incomprendidos porque nos divertimos con todo lo que otros se aburren, porque nos aburrimos con lo que para otros es entretenido. No miramos aparatos cuadrados llenos de mentiras, ni celebramos los días sueltos de aquello que debe ser un gozo durante el año; no nos manifestamos con todos, sino con nuestra propia individualidad; no dedicamos minutos de silencio, sino horas de gritos que nadie pueda hacer callar; no lloramos por los que se van, sino por la alegría de saber que, más tarde o más temprano, nos volveremos a encontrar…

Incomprendidos, por supuesto, en nuestra forma de amar. No enamorarse cada día debería ser el único pecado imperdonable, ese que, inevitablemente, nos condene a muerte. Cómo es posible no mirar sus ojos sin notar que la vida crece en nuestro interior, cómo se puede rozar sus labios sin sentir algo más que su calor; que alguien me explique cómo puede levantar la mirada ante el cielo y no enamorarse del sol, del azul que nos habla de los días grises, de las estrellas que nos recuerdan los días felices… La vida no es más que el amor que somos capaces de dar… Incomprendidos por querer recibir todo aquello por lo que merece la pena vivir.

Sentada entre mis incomprendidas letras, pienso en lo bonito de ser incomprendida y vagar por un mundo de locos suicidas, de almas encerradas que tienen miedo a sentir, de corazones sin latidos que se acostumbraron a perder y de mentes llenas de normas que se inyectaron sin permiso al nacer. Miro a mi alrededor y comprendo lo que nadie ve; hay un hogar que desprende el calor de quienes lo habitan, unos sueños que se sustentan en sus incomprendidas decisiones; tantas metas alcanzadas, que saber que no entiendes lo que cuento, es lo más triste que me puede pasar hoy…

Incomprendidos durante toda la vida, pero no olvidéis que, tal vez, seamos los únicos que hemos sabido aprovechar la suerte de estar vivos cada día...


☯ Sonia Brúnar ☯

miércoles, 10 de octubre de 2018



Con sólo hacer el gesto de ir a buscarte el cosquilleo de todos los sentidos envuelve mi cuerpo. Qué gratificante sensación la de saber que siempre que corra en tu busca… estarás ahí para abrazarme. 

A veces, te necesito en mis momentos felices; quiero que me mires y observes el brillo de mis ojos cuando el mundo me llena de alegrías, cuando éstas se decoran con las melodías que me regalas, con el sonido que, desde ese momento, será el que siempre me recuerde a ti, a lo que juntas vivimos… Otras, te añoro entre mis lágrimas y, en ellas, te busco para que les ayudes a salir. Basta pulsar un botón para que las letras con las que me acompañas desahoguen el dolor de lo que la vida no nos permite disfrutar, nos deja vacíos, nos nubla el corazón… Atrapas almas que sintieron lo que sentimos para convertir sus sentimientos en canciones; resuenas en la mente de los que necesitan formar parte de nuestras vidas, transformando en partituras sus idas y venidas… 

Pero sea en lo bueno o en lo malo, en lo fácil o en aquello que requiere más empeño, tú siempre estás, sin prisas, sin condiciones, sin ningún motivo para dejarme marchar. Por eso, evocando los recuerdo que siempre olvido, puedo verte entre los pliegues de mi piel, recorriendo cada milímetro de la vida que tuve, tengo y tendré; haciéndome revivir, con la misma intensidad, todo aquello que, embaucada por las notas de tu ser, un día decidí dejar atrás. 

Tú, la musa que me acompañó en las noches sin dormir, en los sueños incansables y las mañanas inolvidables; tú, siempre presente, aunque nadie te vea, atenta para sorprenderme, divertida para enamorarme, bohemia para inspirarme. Tú, el tesoro bajo llave donde guardo mis sabidos secretos, donde grito todos mis silencios; allí donde me pierdo para poder encontrarme y me encuentro para volver a perderme… 

Tú, banda sonora de cada día, te cuelas en nuestro cuerpo para hacer bailar al alma al son que decides marcar, sin pedir permiso, haciendo que caigamos embrujados ante tus encantos, que te soñemos antes de haberte escuchado, que tarareemos tus silencios antes de haberlos creado… Tú, que lo mismo amansas fieras, que eres capaz de mover al mundo entero, que existes antes de que existiésemos, que vives para que vivamos y que no morirás por mucho que desaparezcamos… 

Tú, la música, la vida, toda nuestra vida…

☯ Sonia Brúnar ☯

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