jueves, 29 de agosto de 2013

Por amor...

    Recogiendo los pedazos del corazón. Demasiadas veces en la vida nos vemos realizando este gesto que tanto dolor nos causa. Imaginaros cómo aumenta el sufrimiento cuando estos trozos están mezclados con los de todos los sueños que construimos, con las ilusiones, las promesas y todas esas palabras que creíamos únicas entre nosotros.
 
    Recogiendo los pedazos del corazón. Buscando la mejor manera de pegarlo para que parezca que nunca hemos sufrido, que lo que nos hundió no pasó en realidad. Nosotros no nos equivocamos, fueron los que nos hirieron los que erraron; no queríamos ese final, nos ha venido impuesto por los demás; no nos volverá a pasar, otra vez no... Esto no son más que mentiras que le repetimos a nuestro orgullo mientras nuestras lágrimas son lo único capaz de erosionar las afiladas aristas de todos los pedazos que tenemos esparcidos alrededor...en el salón, en la cama, en la ducha y en todos aquellos lugares que un día fueron testigos de lo que, para nosotros, fue el amor más intenso que jamás antes habíamos vivido.
 
    Con el paso de los días, te das cuenta de que esos filos redondeados hacen que cada pedacito de nuestro corazón encaje con mucha más facilidad que antes, consiguen formar un corazón más fuerte y a prueba de golpes, de esos golpes que no hace tanto lo partieron. Miras a tu alrededor y compruebas como esa lluvia de lágrimas ha arrastrado con su cauce con todo aquello que ya no tiene sentido guardar, pensar, sentir. Abres los ojos, miras atrás y sólo recuerdas el maravilloso sentimiento que tuviste el placer de experimentar. Comprendes por qué lo hiciste, porque por amor somos capaces de todo...
 
    No fueron ellos los que se equivocaron al mentirnos, sino nosotros al creerles; no terminaron otros con lo que sentíamos, sino nuestra alma cansada de obviar lo evidente. Y si ahora asientes con tu cabeza es porque lo más importante de esa experiencia ya lo has aprendido, es porque la vida no pasa en vano, es porque nada que duela deja indiferente a nuestro interior, nada que pueda dañarnos pasa por casualidad, nada que nos deje sin vida deja de ser un regalo que el Universo nos brinda para seguir creciendo, para avanzar, para recordarnos lo bonito de renacer, de volver a sentir...sea bueno o malo...pero no dejemos de sentir. No sé si lo veis, pero está claro y, precisamente por eso, volveremos a hacerlo una y otra vez, porque sabemos que siempre podría ser peor, pero...por qué no iba a ser mucho mejor y...al fin y al cabo, qué más da, si es que por amor somos capaces de todo...
 
    Siempre existirán dos opciones: Estancarnos en el dolor, en la incomprensión de por qué actuaron así a pesar de todo lo que entregamos; o, simplemente aceptar el final de algo que es tan sólo la terminación de una lección aprendida, el comienzo de otra por comprender. No podemos multiplicar si antes no aprendimos a sumar. Qué será eso que nos perdamos si no volvemos a intentarlo, si no corregimos lo que hicimos mal y volvemos a empezar. Algo que se nos hace tan complejo cuando la mente piensa y que se vuelve tan sencillo cuando el corazón vuelve a latir con fuerza. La verdad es que por amor somos capaces de todo, así que... ¿por qué castigarnos por eso?
 
    El Universo nos propondrá tomar nuevas decisiones. Podemos volver a alejarnos temerosos del fuego que un día nos quemó, haciendo que el frió nos atrape en la lejanía que nos separa; o podemos recordar que es preciso guardar una distancia mínima que nos permita sentir todo su calor sin que, esta vez, vuelva a fulminar todo lo que sentimos. Por qué privarnos de un abrazo porque el de otros fuese una excusa para robarnos los sueños que guardábamos en los bolsillos; por qué dar la espalda a quien nos regala su mirada sólo porque la suya no fuese más que un momento de distracción; por qué huir de lo que sabemos que despierta nuestras sonrisas, sólo porque ellos decidieran envolverlo de traición; por qué dejar de amar sólo porque algunos no sepan más que odiar...
 
    No se trata de volver a enamorarnos sin más, de levantar nuevos castillos en el aire, de dejarnos llevar por la ceguera que el enamoramiento nos provoca. Lo importante es no privar nunca a nuestro corazón de sentir, pues si esto pasase dejaríamos de estar vivos aunque sigamos escuchando sus latidos, dejaríamos de tener motivos para levantarnos, para seguir adelante, para aprender... Por eso, os propongo llorar todo el dolor para volver a dar vida a nuestro corazón; os propongo levantar la cabeza, secar las lágrimas y abrir bien los ojos para que el mundo siga viendo una mirada limpia, llena de amor, de cientos de sueños por cumplir, de una nueva esperanza por la que vivir. Y así, que no sea el miedo el que nos frene, que no sea el pasado el que nos detenga, que no sean los errores de otros los que nos estanquen, pues hemos sido nosotros los responsables de nuestros actos, los receptores de todo ese aprendizaje que hoy nos hace más libres para vivir la vida con pasión y, sobre todo, más capaces de, como siempre, hacerlo todo por amor...















3 comentarios:

  1. No me gusta..... Lo siguiente... ¡Me encanta! Te quiero

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