Me pregunto si el mundo
abrirá algún día los ojos para ver la realidad, si los sueños no serán sólo los
caprichos de los ricos y si las clases sociales pasarán a ser nuestro oscuro
pasado; si el planeta conseguirá salvarse del propio veneno que genera con su
maldad o si antes de morir descubriremos toda la verdad...
Me pregunto cómo a
estas alturas del siglo XXI seguimos permitiendo que las personas mueran de
hambre, que los animales sean usados como objetos y que las cosas materiales
sean nuestros bienes más preciados.
Me pregunto si el amor
puede ser verdadero cuando nuestros corazones sólo saben latir ante goles,
votaciones o la incertidumbre de una vida llena de calamidades. ¿Hemos olvidado
para qué hemos nacido?
Me pregunto quién sabe
la verdad de toda la historia, quién tiene los secretos que guarda nuestra
insensatez, quién maneja con tanto acierto el rebaño que a pesar de no ser
alimentado sigue ciegamente a su amo. Nos conformamos con el placebo de una
caja cuadrada que nos hace creer que las mentiras serán los sueños que algún
día hagamos realidad.
Me pregunto dónde está
la sinceridad, dónde los abrazos que faltan, dónde puede esconderse el sol para
no ver morir a la Tierra; dónde está la clave para dormir cada noche cuando lo
único que te importa eres tú mismo. Triste sentimiento el del egoísta que lo
quiere todo por no tener nada que pueda hacerle feliz.
Y de tanto preguntar me
canso de respirar, de observar y de querer entender lo que no tiene
explicación. Sentada de nuevo en la cueva de mis sentimientos veo pasar las
sombras que nada nuevo me podrán aportar. Cierro los ojos y veo la oscuridad
apoderándose de la única luz que parecía tener motivos para esperar al nuevo
día.
No voy a morir aquí. Salgo
a iluminar las almas que se arrastran por las mentiras, a despertar los sueños
que se durmieron entre las esperanzas quemadas, a cambiar una sonrisa por todo
el amor que llevo en mi ser. No hay preguntas que respondan a lo que está
vacío, a lo que existe tan sólo en quien lo quiere creer.
Mochila al hombro para
buscar otros senderos que, aún rozando este caos, esté repleto de personas
auténticas, corazones que laten de emoción, cuerpos que vibran de pasión; de
verdades que se griten al viento, cientos de sueños cumplidos, días que rebosen
felicidad y momentos difíciles que nos enseñen la importancia de sonreír en los
demás...
Mochila al hombro...rumbo
a la libertad.
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