Hoy te escribo a ti, mi ángel de la guarda, por ser la persona que me inspiró cuando aún rebosabas vida... y por ser el motor que me mueve cada uno de mis días ahora que eres pura energía.
Quiero que sepas que te echo de menos, que sin pensarlo me vienen a mi paladar esos exquisitos sabores que con tanto afán cocinabas para nosotros. No puedo olvidar el sabor de esas tortillas que con tanta paciencia hacías, cortando cada patata de la forma más pequeña posible y haciendo que cada bocado fuese un crujido de sensaciones en mi boca. No puedo dejar de sentir el sabor de esos maravillosos "migotes", que tantas veces he intentado emular sin conseguirlo. Tu mano, tu amor en todos y cada uno de los platos que nos preparabas es algo que no volveré a sentir...tan sólo en el recuerdo de lo que provocaban en mi.
Quiero que sepas, que no puedo olvidar las miles de veces que bajaste a comprarnos ese dulce que tanto nos gustaba, esos caramelos de toffie, los chupachups y los gusanitos para después de comer, y esos magníficos postres de frutas con leche condensada que tan sólo tu podías prepararme con tanto tesón. ¡¡Diós!! cómo podría olvidar que cada mañana me bebía un zumito de naranja recién exprimida y tras eso... tus besos y volver a arroparme para que pudiese dormir algunas horas más. No puedo olvidar esos días en la playa corriendo cuando subía la marea y soñando por el camino de vuelta con ese deseado baño en el que tantas historias inventé con los tapones del champú, del gel y los que tú me buscabas para dar más vida a mis cuentos.
Quiero que sepas que era un placer para mi saber que venías a vernos cuando éramos pequeños, pues tu presencia siempre nos daba vida y sabía, que al fin , al despertar, mis pies podrían meterse sin más en los calcetines que habías doblado de esa forma tuya tan especial.
Quiero que sepas que te admiro, porque esa fuerza que siempre demostraste ante la vida son dignas de recordar, de reconocer, de imitar... Tú, sola frente al mundo, ante la soledad que produce el abandono del ser que más amaste en tu vida. Aún me pregunto cómo es posible que lo amases hasta el último de tus días, que deseases volver a verlo, que le fueses siempre fiel a pesar de no estar en tu vida, a tu lado, tal y como merecías. Si hay una muestra en mi vida de que el amor verdadero y sincero existe, es porque tú me los has enseñado...
Quiero que sepas, que no sólo por amarlo a él sé que el amor verdadero existe, sino también porque cada día luchaste por sacar a adelante a tus hijas, con todo tu esfuerzo, con cientos de lágrimas por tener que sacrificar tu tiempo con ellas para darles lo mejor, para que pudiesen comer y tener una vida digna. Y, con el tiempo, seguiste dando todo lo que tenías por nosotros, tus nietos... Cómo es posible que quepa tanto amor dentro de una persona.
Quiero que sepas, que no sólo yo te extraño, sino que todos nos hemos quedado con un gran vacío que nadie podrá llenar, que nadie podrá entender... pues sólo en nuestros corazones podemos sentirlo.
Quiero que sepas que siento mucho no haber estado más tiempo a tu lado cuando ya sabía que era el momento de tu partida, pero no podía, no quería asimilar que jamás volvería a verte, que tus dulces besos no volverían a tocar mi rostro, que tus suaves brazos no volverían a darme su calor. No podía mirarte sin quedarme sin respiración cada vez que, teniéndote a mi lado, te sentía cada vez más lejos. Tuve miedo de perderte y, aún hoy, me siento en un precipicio cuando la realidad me dice que ya no estás.
Quiero que sepas que intento cada día ser mejor persona, recordando todo lo bueno que me enseñaste, sobre todo, a estar siempre ahí cuando los demás te necesitan, a ser bondadosa, a dar lo poco tengo a todas las personas que quiero y a sonreírle cada día a la vida.
Por todo esto y mucho más, quiero...darte las gracias por llenar de risas los últimos años a nuestro lado. Cuando la vida te dijo que ya no podías darnos nada más, ahí estabas tú, como siempre, para demostrarle que no era así, pues, ya no podías hacernos tus comiditas, ni visitarnos por tu cuenta, ya no podías bajar a comprarnos nuestros caprichos, pero... sin saber cómo, nos diste lo más importante de todo, la alegría de vivir. Con todo el cansancio que tu cuerpo mostraba, con todo el dolor que siempre te acechaba, con todas la lagunas que en tu mente te nublaban, no perdiste ni un sólo día la sonrisa ante nosotros, ante los que dejamos todo por estar a tu lado, por compartir aquellos momentos contigo. Podía notar a cada paso que dabas tu esfuerzo por estar bien, por llenarnos de luz, y...tengo que decírtelo, lo conseguías. No había broma que se te escapase, no había palabra a la que no le sacases una canción, no había ritmo que no pudieses llenar de vida con tus movimientos. Siempre cantando a la vida, siempre con una frase que nos guiara en el camino, siempre tú, sólo tú.
Cuando la pena me invade, cuando lloro por no poder abrazarte, por sentir que mis besos sólo llegan a una foto fría y sin vida, el corazón se me encoge y un escalofrió me recorre haciéndome sentir que sigues ahí, que estás a mi lado y que siempre seguirá siendo así.
Hoy, mi dulce abuelita, sigo sabiendo que no soy tu preferida porque "para ti los tres somos iguales" y eso me hace sonreír al recordar tu respuesta, porque siendo así, no puedo más que decirte que para mi tú no eres igual a nadie, no eres ni más ni menos, simplemente eres mi abuela. No recuerdo ya cuántas veces me encargué de repetirte lo que estoy segura de que ya sabes: Te quiero, abuelita, yeyita, tú, mi luz, nuestra luz...
No hay comentarios:
Publicar un comentario