De nuevo mi pequeña musa baja a la tierra para inspirarme....extraña sensación que recorre mi cuerpo, pasa por mi corazón y termina en cientos de palabras a las que mis manos dan vida.
Levanto la mirada y allí está, se acerca sin pedir permiso, pero sigilosa, con la cautela necesaria para no robarme el espacio...la vida. Camina con suavidad y, mientras su pelo se decide a descubrir su rostro, una leve sonrisa comienza a recorrer sus labios iluminando al mismo tiempo toda su mirada; un gesto de seguridad inunda su ser, avisándome de que comienza el momento de crear una historia que deje constancia de este momento de magia.
No es necesaria ni una sola palabra para que su esencia se cuele entre mis pensamientos, volando con mi mente allí donde deseo estar: escribiendo aquello que despiertas en mi. ¡Qué mejor regalo para alguien que vive de la inspiración que tener a una musa delante de sus ojos!
Si al separar tus labios te atreves a pronunciar una palabra en mi oído, haces que el vacío llegue a mi mente, pudiendo sentir únicamente los latidos de mi corazón...la reacción que produces en ellos; si te miro no puedo más que notar que tus ojos dicen mucho más de lo que tu boca podría, y que tu cuerpo expresa mucho menos de lo que necesita... me das la inspiración, pero dejas que sea yo la que descubra las mejores palabras.
No quiero saber de dónde vienes ni porqué de nuevo te irás; no quiero esperarte ni que me pidas que lo haga; no quiero ser el freno de tu vida, ni que tú aletargues la mía...; no quiero sentir que te llevas mi alma, ni tampoco robarte la tuya, pues...¡a cuántos más deberás inspirar...!
Lo único que quiero, mi pequeña musa, es devolverte el favor y conseguir que, antes de que te alejes, sea yo la que te inspire el corazón.
No hay comentarios:
Publicar un comentario