viernes, 14 de septiembre de 2012

TODO PASA POR ALGO

   Debo decir que, aunque siempre me gustó escribir, nunca pensé en escribir un libro, ni mucho menos dedicarme a ello de forma profesional, pero...aquí me veis, convertida en escritora. Es curioso... Durante estos meses programando la presentación del libro no me han puesto trabas en ninguno de los lugares donde lo he propuesto, viéndome incluso en la impensable situación de tener que decidir yo misma qué sitio escoger de entre varios. Hasta ese momento no había conseguido verme en ninguno de aquellos ambientes, y las personas que me ofrecían sus locales no me transmitían aquello que necesitaba sentir para tomar la decisión.

   Cierto día, debatiendo con uno de mis ángeles sobre el tema, éste me incitó a preguntar en el conocido "Café-Tetatro Pay Pay". Han pasado ya unos diez años desde que entré en ese local por primera vez. No puedo contaros lo que iba buscando, pero sí lo que encontré. Casi sin darme cuenta una nube de tranquilidad envolvió mi cuerpo y me sentí reconfortada...supe que era allí donde debía estar en ese justo momento. El ambiente era acogedor, la atención de los camareros muy cordial y la gente que me rodeaba desprendía una cantidad enorme de energía positiva. Pensé que habíamos perdido el don de escuchar a los demás, pero allí, me di cuenta de que había personas que lo seguían conservando.

  Con el tiempo, y cada vez que he visitado ese lugar, he sentido una fuerte conexión con él. De alguna manera, siempre me he visto sobre aquel escenario...aunque, debo reconocerlo, no tenía muy claro qué es lo que haría encima de él. 

   Por todo esto, ante la propuesta que me hicieron contesté: ¡Ya quisiera yo, sería un sueño hecho realidad! Pero, pocos días después y, sin más, ante mi respuesta, el Universo se movió para que, sin comerlo ni beberlo, el teléfono de la persona que debía darme el visto bueno para ello cayese en mis manos. El sí ante mi propuesta fue inmediato y sus palabras, a pesar de estar rodeadas de la frialdad y la impersonalidad de una llamada de teléfono, me hicieron vibrar. Sin embargo, el cuándo, a causa de mi trabajo, quedó en el aire.

  Hoy, después de varios meses de tensión y nervios ante la imposibilidad de poner en marcha la presentación, he podido hablar cara a cara con ella y todo ha sido, simplemente, sencillo. Iba con dos ideas bien definidas: El día que quería que se hiciese y lo que debía sentir al estar allí y durante la conversación. Confieso que las sensaciones obtenidas han sido mucho mejores de lo podía haber esperado. Con sólo diez minutos de charla se han puesto en orden los cientos de pensamientos que no me han dejado dormir en todo el verano. Es evidente, por tanto, que ella es otro de los ángeles que el Universo me ha enviado para ayudarme en el camino.

  Todo es como tiene que ser y, aunque no tengo ni la más remota idea de cómo será ese día, tengo la certeza de que no va ser un día que pase desapercibido en la vida de ninguno de los que estemos allí. Después de la breve reunión que hemos mantenido he estado allí algo más de una hora, he observado cada rincón como antes solía hacer, pero, esta vez, ha sido totalmente distinto. Durante algunos minutos mi mente ha volado; he vaciado el local de gente y me he subido a ese escenario, he mirado a mi alrededor y he empezado a ubicaros, a todos, mi familia, mis amigos y todos mi ángeles...se os veía con una gran sonrisa, pero lo mejor, es que todos podíais escuchar el fuerte latido de mi corazón, la emoción recorriendo cada parte mi cuerpo y llenando cada uno de mis sentidos, veros, oíros, sentiros y degustar el sabor de la felicidad más completa.

  No quiero nada material que ahogue los sentimientos que ahora me invaden, no quiero un trabajo que llene mi cuenta y deje mi corazón vacío, no quiero que mi gente sufra porque no alcanzo mis metas, no quiero dejarme la vida en imposibles, ni perderla en lo que el mundo cree que es lo mejor para mí. Tan sólo quiero ser feliz y dejarme llevar por lo que el Universo tiene preparado para mi...mi propia vida.

  Hoy entiendo las señales que recibí hace años, me vuelvo a recordar que en la vida todo pasa por algo y, además... hoy doy las gracias a este nuevo ángel que se sube a mi tren, no sólo por decirme que sí, no sólo por allanarme el camino, no sólo por aliarse con mi destino, sino, sobre todo, por permitirme ser quien soy. 

  Gracias de todo corazón.

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