Hay amores que pasan por nuestra vida como una ráfaga de aire. Tan rápidamente que, en comparación con los años que vivimos, que aún nos quedan por vivir, pueden parecer milésimas de segundo. Sin embargo, su intensidad es tan fuerte que nos marcan haciendo que, a pesar del tiempo, siempre vivan en nosotros como algo único e irrepetible, como una llama eterna que sabemos que ni el tiempo, ni otros amores podrán apagar.
Hay amores que nunca llegaron a serlo como el mundo lo entiende, que trascienden más allá de una sociedad marcada por demasiadas reglas que, muchas veces, me pregunto de qué nos sirven. Son esos en los que que sus amantes no necesitan verse para enamorarse, no necesitan tocarse para sentirse, no necesitan decirse nada para escucharse...no necesitan nada más que amarse, pues ¿qué es el amor sino simplemente amar?
Hay amores que se alejan en el tiempo, haciéndonos creer que podremos llegar a olvidarlos, que podremos dejar de sentirlos, pero a los que sólo les basta el sonido de su voz, el latido de su corazón para volver a revivir todo lo que parecía haberse perdido. Un simple soplo de aire que les hace temblar de nuevo todo su cuerpo, sentir el cosquilleo en sus almas, volar, soñar, subir allí donde sabemos que, por mucho que lo intentemos, no encontraremos nada más que eso...amor.
Hay amores que no necesitan compartir una vida para seguir vivos, que nunca llegarán a caminar de la mano, que no disfrutarán de una cena romántica, que no verán bellas puestas de sol, que no andarán juntos por los sueños que nos llevan por la vida. Amores llamados imposibles, sentenciados a desaparecer, pero que jamás encontrarán el camino del pasado, que siempre seguirán fluyendo hacia un futuro en el que nadie más que él puede decidir quedarse; amores que no entienden de minutos, que no saben lo que es la distancia, que no se rinden ante otros grandes amores que vienen a llenar nuestros corazones, nuestras vidas de ilusiones reales, palpables.
Viviremos nuestras vidas, nuestras historias de amor siendo capaces de besar otros labios, de acariciar otros cuerpos, de enamorarnos de esa maravillosa persona que hace realidad nuestros deseos, que nos ofrece lo que soñamos, que recibe lo que le damos...pero ese amor siempre será lo que es, quedando guardado, como un secreto en nuestro interior, en nuestra pequeña urna de cristal, en lo más profundo de nuestro ser.
Hay amores callados que siempre nos acompañarán, que por mucho que no queramos, jamás se alejarán, que siempre perdurarán. Hay amores, amores...imposibles de olvidar.
No hay comentarios:
Publicar un comentario