sábado, 19 de enero de 2013

Cuántos gritos en silencio...

   Cuántos gritos en silencio debe soltar mi garganta para que todo vuelva a ser como antes, para que la pesadilla de estos días desaparezca y nuestra vida vuelva a ser lo que era. Quiero ser ese Superman que girando con rabia alrededor de la Tierra hizo volver a la vida a la mujer que amaba; quisiera por un segundo ser Dios y hacer que tu corazón vuelva a latir para así dar vida al mío.

   Cuántos gritos en silencio necesito para volver a ser yo y bailar por la vida al son que yo misma elija; para volar por mis sueños sin la condena de que no estés en ellos; para que mi sonrisa sea por ser y no porque tiene que ser; para que mi corazón no se pare en cada esquina a volver la vista atrás; para vivir... tan sólo para seguir viviendo.

   Cuántos gritos en silencio recoge el infinito de tu alma, esa que me tiene abandonada, pues si es cierto que estás delante yo no puedo verte, si es verdad que me estás hablando te aseguro que no puedo oírte; si tu mano tiene agarrada a la mía te juro por Dios que no puedo sentirla, ni su suavidad ni su calor; si todos pueden verte en sus sueños... por los míos aún no apareciste.

   Cuántos gritos en silencio que no me llevan a nada, pues por mucho que grite nadie puede oírme, nadie conoce aún la traducción de aquello que no tiene sonido, de lo que simplemente transmite mi energía, esa que se apaga y se aleja al compás de mis susurros, de todo aquello que no digo y que me guardo porque ni siquiera yo sé lo que es.

   Cuántos gritos en silencio que ahogan todo mi ser ante una realidad que no sé si es real, que de tanto repetirla ya no sé si es un simple disco que al cambiar de cara será todo lo contrario, será sólo algo que pasó y que de nuevo te devuelve a la vida, a mi vida.

   Hay mil gritos en silencios dentro de mi habitación que acompañan a millones de lágrimas que al fin han decidido salir de mi; y en ellas mi miedo se adentra en un vacío que ya nunca volverá a estar completo, que ni mi preciado Universo puede llenar con su magia, con su luz, pues ni siquiera Él tiene el poder que tú tenías, el valor que para mi siempre tendrás, el calor que ya nunca recuperaré y que hace que aunque el mundo no escuche mis lamentos... los pájaros canten para calmar mi pena; las nubes lloren para evitar que yo me seque; los ríos fluyan para que mi energía no se estanque; los árboles crezcan para que yo toque el cielo; y el mar se adentre en la tierra para que no llegue jamás a ahogarme.

   Mil gritos que te dicen cuanto te quiero, te pienso, te necesito y...cuanto, cuanto te echo de menos... mamá...

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