domingo, 13 de enero de 2013

Madre no hay más que una.

  "Madre no hay más que una"... viene a mi mente cuando recibo el más bello mensaje de buenos días, cuando me besan intentando calmar mi dolor, cuando me abrazan queriendo hacer desaparecer el frío que me envuelve. Me siento agradecida por todos estos gestos, pero no puedo evitar sentir que ninguno se parece al tuyo. Odiosas comparaciones que llenan mi corazón de nostalgia.

   "Madre no hay más que una"... me golpea el corazón cuando escucho sonar el móvil, cuando alguien me visita en el trabajo. Me llena el alma sentir lo importante que soy para otros, lo mucho que puedo llegar a querer a mi familia y mis amigos; me acelera el corazón la gran sorpresa que me inunda cuando aparecen por mi vida. Pero no puedo evitar tener la ilusión constante de que sea tu voz la que me hable al otro lado del teléfono, de que sean tus ocurrencias las que me sorprendan, de que sean tus ojos los que se crucen con los míos. Malditos deseos que me envuelven de tristeza.

  "Madre no hay más que una"...siento dentro de mi alma cuando la vida me acerca a mis sueños y los comparto con el mundo, los celebro con él, con las maravillosas personas que me acompañan en este fabuloso viaje. Es increíble la emoción que sienten cuando me leen y la que me transmiten cuando me cuentan hasta dónde he sido capaz de llegar, hasta qué punto he alcanzado mi sueño de aportar felicidad a los demás. Mis lágrimas acompañan a mi sonrisa por saber que nunca más saldrán de tus labios las palabras de aliento, de orgullo y de reconocimiento, por entender, al fin, que lo mejor de mi vida no podré vivirlo contigo. Desagradable tristeza que me frena ante mis días.

  "Madre no hay más que una"... ¿cuántas veces me dijiste esta frase? No podría decirte cuántas y ahora pierdo la cuenta de las veces que se me repite en la cabeza. Pasan los meses, ya es el segundo, y las cosas van tomando una forma diferente, un color que no sabía que existía. Creí que el tiempo podría hacer de esto algo más llevadero, sin embargo, el dolor siempre es el mismo. Ahora, como ya expresé días atrás, sé que será para siempre, será eterno, pues eterno es tu recuerdo, eterna es la distancia que nos separa. El dolor se ha instalado en mi corazón coloreando ese punto negro que estará siempre dentro de la hermosa luz blanca que desde hace tiempo, y cada vez más, ilumina mis días.

   Siempre se te inundó de luz el rostro cuando, con el tiempo, respondía a todos esos consejos que de ti rechacé para decirte: "Es verdad, mami. Tenías razón". Hoy es este mi regalo, eso que deseo que de vida a la libertad de tu alma..."tenías razón, mami...madre no hay más que una. Ahora lo sé, ahora lo veo, ahora lo siento, pero aún... no me lo creo...".

  



  

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