Comienza
el viaje. El destino al que queremos llegar nos viene marcado desde nuestro
nacimiento, es algo así como una misión que se nos encomienda para esta vida.
Tristemente no todos llegamos a saberlo, no todos somos capaces de afrontarla,
no todos aprendemos de cada paso que damos...
No
somos mejores los que emprendemos la marcha hacia ese lugar, somos tan sólo los
que sabemos que debe ser así, tal vez, porque en vidas pasadas tomamos la
decisión de quedarnos justo donde nacemos, donde nos dicen, donde la mayoría
cree que debemos estar.
He
tenido que hacer la maleta. En ella he metido todas ilusiones que me quedan por
sentir, aquellas que nacieron de las desilusiones que vistieron durante tantos
años mi corazón; un par de sonrisas por si se mancha la que llevo puesta y
varios pares de zapatos para no quedarme parada en el camino de mis sueños.
Casi no puedo cerrarla. Metí también todas las pasiones que me permiten seguir
respirando, viviendo, sintiendo...
No
sé cuál será el fin del trayecto, tan sólo que debo seguir avanzando, pues de
quedarme quieta estaría frenando la evolución de mi alma. Con los prismáticos
miro cada mañana lo que está por venir, con la meditación comprendo la
responsabilidad que me toca asumir. No hay vida sin movimiento, ni movimiento
que no nos lleve al éxito, que no nos llene de vida...
Al
emprender mi andadura no tengo miedo de no volver nunca más al punto de
partida, pues éste, a partir de ahora, será siempre donde esté. Cada día será
un nuevo comienzo, y cada comienzo estará repleto de las más bellas emociones.
No hay aventura sin sorpresas, ni sorpresas que no nos lleven a vivir nuevas
aventuras.
Atrás
dejo los sueños que no se debían cumplir, las personas que no quisieron seguir,
los momentos que deseo olvidar y todos aquellos que por siempre quedarán. Es
infeliz el que tiene miedo de seguir, de cambiar, de ser quien es en realidad.
No se puede vivir sin ser, sin respirar, sin dejarnos llevar.
De
nuevo, con mi mochila al hombro, sonrío al Universo sabiendo que sus hilos
harán de mi travesía la más real de mis fantasías. Sé que todo lo que diviso al
caminar es una señal que me lleva a disfrutar, a encontrar las calles correctas
por las que debo continuar. Diviso horizontes por traspasar, me animo cuando
escucho a los pájaros cantar y canto cuando la lluvia me quiere mojar. Veo lo que
nunca imaginé e imagino lo que antes no pensé ver. La vida se vuelve un regalo
que disfrutar, la tristeza es sólo el descanso de mis sonrisas y las lágrimas
la mejor forma de responder a la suave brisa...
Viajando
siempre por la felicidad; tú decides si te subes o si la dejar pasar...
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