sábado, 16 de febrero de 2013

Me quedo con tu mirada.

  Deambulé por calles infinitas donde la niebla tapaba cualquier rayo de luz que pudiese iluminar un ápice de lo que tan oscuro se volvió. La mente colapsada y sin control ante cientos de pensamientos que no hacían otra cosa que marcarme la señal de lo imposible, de aquello que sé que puedo tener y transformar en realidad, pero no sin el dolor y el esfuerzo que provocan grandes cambios como ese. 

   No es mi vida. No soy quién para usar ese gran poder que el Universo me ha otorgado para cambiar todo a mi antojo, para hacer de mis sueños la realidad de una persona que tal vez tiene otros. De nuevo se cumplen mis sueños más allá de lo imaginado, de lo esperado... El Universo siempre sublimándolos hasta lo más alto de cielo. De nuevo, sí, de nuevo nos paramos en el punto en el que dar otro paso puede cambiarlo todo, el punto y seguido para dar rienda suelta a lo que la vida nos está regalando. Maravillosa sensación la de rozar tus manos, la de sentir tus dedos entrelazados a los míos. Tanta gente y ningún testigo de lo que nos decimos sin hablarnos...

   Tanta gente en el mundo y has tenido que ser tú, la dueña de esa mirada a la que tantas veces le escribí en secreto, la que venga a sacarme de la cárcel del dolor para volver a llenar mi vida de emoción; tanta gente hablando y han sido sólo tus palabras las que me han tocado el corazón haciéndolo temblar, haciéndolo suspirar; tanta gente dándome amor y son tus sentimientos los que golpean mi mente haciendo que me repita que no...otra vez no; tanta gente y soy yo la que tengo que plantarme ante tus dudas, aún sabiéndome capaz de poder disiparlas con la sinceridad de mi alma, con la convicción de que todo es posible siempre que sea tu corazón el que lo siente.

   Eso es, esta vez no, no seré yo la que te haga ver que los sueños existen para hacerlos realidad. Me quedo con tus besos, con tu sonrisa, con la suavidad de tu piel, con el calor que hago desprender de tu cuerpo, con tu mirada, esa que ya es tan sólo mía, esa que fue el principio de todo lo que ahora no nos deja respirar...

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