domingo, 17 de febrero de 2013

Mientras yo te buscaba...

   Al atardecer fui a buscarla, no sé por qué. Tal vez por los besos que me regaló ayer. Ha sido emocionante salir al mundo, ese infinito mundo que nos rodea, en busca de su mirada. Sin tener la más mínima idea de dónde puede encontrarse alguien no es fácil buscar...tardé en darme cuenta.

   La he esperado allí donde he querido verla. En todas partes. No hay rincón de esta ciudad que no tenga su imagen, ni calle que no lleve su nombre; no hay ráfaga de viento que no me traiga su aroma, ni rayo de sol que no me transmita su calor. Puedo hacer que todo sea ella, que ella lo sea todo.

   Al fracasar en mi propósito de encontrarla me di la vuelta para volver a casa. Me sentía bien, no la vi, pero seguía estando dentro de mí. Con mi sonrisa eternamente dibujada y mis ganas recorriéndome el cuerpo subí la calle que conduce hasta mi puerta. Mientras miraba al suelo para hacerme consciente de mis pasos algo me incitó a levantar la mirada. Mi corazón se paró. Me acerqué y le susurré al oído la única frase que intercambiamos hasta terminar de saciar el morbo que durante tanto tiempo habíamos alimentado: "Mientras yo te buscaba tú ya me habías encontrado".

  Horas después, mientras ella dormía el deseo con el habíamos jugado me permití dejar constancia en una carta del maravilloso momento que me había hecho vivir: 

   "Todo es curioso y excitante cerca de ti. No hicieron falta palabras para invitarte a mi casa, creo que ella ya te había enviado la invitación por sí misma. Ahora no puedo parar de revivir todo aquello de lo que ha sido testigo.

   Un segundo para cerrar la puerta y tus labios ya estaban mojando a los míos. Te había sentido tan lejos que aproveché el momento para pegarme fuertemente a ti. Contra la pared apreté tus manos haciendo que sólo yo pudiese controlar el deseo que nos estaba envolviendo. Nada más fascinante que ver cómo al separarme de ti, como al impedir que pudieses acercarte, tu cuerpo persiguió al mío incitándolo casi con desesperación a unirse a él.

   De camino a la cama encontramos cientos de lugares donde pararnos buscando la forma de seguir caminando sin llegar a alejarnos. Era como si estuviésemos seguras de que al separar nuestros labios aquel sueño pudiese esfumarse sin más. 

  Al tumbarnos la mitad de la ropa ya había desaparecido. Eran tantas las ganas de tener la suavidad de nuestra piel rozándose que quitarse lo demás parecía imposible...imposible dejar de acariciarnos. Fue el calor que desprendíamos quien le ganó la batalla al inevitable desnudo que acabamos por encontrar. Sólo de pensar que podría sentir en mí todo el calor que tu interior es capaz de desprender se me cortaba la respiración. No estaba segura de poder soportar tanta excitación.

   No podía permitirme tenerte así entre mis brazos y perder la oportunidad de colarme dentro de ti. Hay un gran mundo por explorar dentro de toda mujer... Estimulé cada centímetro de tu piel mientras tu garganta hacía de mis movimientos tus palabras...esas que me recordaban que de seguir así acabarías por morir.

   Una vez que me había bebido toda la humedad que minutos antes yo misma te hice derramar, mi deseo no pudo contener más las ganas de unir nuestro fuego. Al posarme sobre ti, no tuve más que besarte para que tu cuerpo se adaptase al mío, encajando como si de dos piezas de puzzle se tratasen. Tus ojos me permitieron ver todo lo que tu ser estaba sintiendo; tus gemidos me mostraron lo que nuestros movimientos provocaban; tus labios me regalaron el sabor de la pasión; y el Universo nos regaló el placer necesario para tocar el cielo durante mucho más tiempo del que jamás hubiésemos imaginado".


   Después de escribir esta carta fue cuando mis ojos se abrieron para ver que ya no estaba, para dudar de si realmente había estado. Sueño o realidad puedo decir que lo viví, puedo asegurar que  estuve allí.
  

  

 

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