Se ha dicho siempre que al acabar un año debemos
hacer balance de lo vivido. Me pregunto por qué esperar un año entero para
hacer esta reflexión. Creo que pocos se sientan a pensar que, tal vez, no les
dé tiempo de rectificar sobre sus errores, de disfrutar con más intensidad de
lo que han alcanzado, de vivir todo aquello que dejan para el cambio de
calendario...
Mi balanza se mueve a diario, pues entendí que es
ésta la única manera de poder ir moldeando nuestros actos, nuestros
sentimientos, al fin y al cabo, nuestras vidas.
No mentiré diciendo que sólo he tenido días
positivos. En la vida el yin-yang aparece ante tus ojos en el momento menos
esperado para quitarte cosas, personas y hasta sentimientos que jamás pensaste
perder, que tampoco estaba en tu mano conservar; simplemente, se desvanecen sin
darte la posibilidad de hacer algo para evitarlo. He perdido amigas que no lo
eran; he visto transformarse la confianza en egoísmo y sentido el dolor de
quienes no son capaces de amarse ni tan siquiera a ellos mismos. Sí, también
perdí otro trocito de mi alma que, de nuevo, viajó al cielo para hacer el papel
de mi ángel de la guarda. Sumo ángeles mientras pierdo corazones a los que
abrazarme en los días nublados.
Pero a pesar del punto negro que siempre da
equilibrio a la existencia, este año también he alcanzado metas que creí estar
mucho más lejos. Lo primero, fue desterrar cualquier parecido con esa parte
triste y absurda de la sociedad que vive buscando su ansiada "estabilidad
económica"; mi balanza dejó caer todo su peso hacia el lado de los sueños;
sueños que no llenan tu cuenta bancaria, pero que hacen rebosar tu alma con las
palabras de quienes se ven favorecidos por ellos; sueños que creé para poner un
granito de arena al latir de nuestros corazones y que poco a poco se va
convirtiendo en una montaña llena de cientos de sonrisas y razones importantes
para vivir, para seguir...
El segundo paso fue el de sentirme feliz, muy feliz
conmigo misma, con mi vida, con mi gente y con mi provocada soledad. Soledad
que se extendía en el tiempo sin que me importase ampliarla, hacerla incluso
eterna. Se confunde el amor con la posesión y los consejos con las órdenes; se
confunde la pareja con lo natural y la libertad con la pasividad. Se confunde
el sobrevivir con el vivir... Fue entonces cuando el milagro se hizo persona y
su alma encontró a la mía.
El resumen de los datos recogidos me confirman que
las pérdidas son muy inferiores a los ingresos, siendo el porcentaje de
ganancia de infinito. Ésta...es mi "estabilidad".
Los motivos son sencillos, pues en vez de luchar por
un trabajo que me llenara de inconformismo y desesperación por querer más y
más, me he levantado cada día para cumplir esos sueños que me colman de
satisfacción, sonrisas, palabras de agradecimiento, de ánimo en los momentos
bajos, de cosquillas en los altos; me inundan de ganas de seguir cada día dando
lo mejor de mí, de no depender de otros para saber si mañana voy a sonreír, de
no ser un número más dentro de un sistema que sólo sabe fallar.
Estos sueños han generado en mí una luz capaz de ser
vista desde todas partes del Universo, por lo que éste, ha decidido mover sus
hilos para completar mi familia con ese trocito que siempre estuvo vacío dentro
mí y que, ahora, se expande cada vez más llenándose del amor más puro que jamás
pude soñar. Y así, todos esos momentos de reflexión han ido favoreciendo todos
los pasos que he estado dispuesta a dar, convirtiendo mi año en una maravillosa
cadena de secuencias que no pueden existir sin las demás. Pequeños pasos que
hacen de cada día, un día especial...
Podemos esperar para cambiar, mejorar y avanzar,
pero no vivir lo que realmente nos hace feliz, esperando un mejor momento para
hacerlo, es perder la vida dejando pasar las miles de oportunidades que se nos
ofrecen detrás de cada uno de los sueños que vamos dejando atrás.
Por todo esto y para que mi recuento siga saliendo
positivo, sólo me queda desearos que tengáis miles de balances al año para así
poder tomar todas las decisiones que os permitan, en los malos momentos,
cambiar las bajadas por subidas, las lágrimas por abrazos, las dudas por sabios
consejos, las decepciones por sorpresas y las pérdidas por nuevos espacios que
llenar; en los mejores casos, disfrutar de las personas a las que amáis siempre
que tengáis ocasión, ayudar a quienes no conocéis como si fuesen parte de
vuestras vidas, optar siempre por los sueños del alma para sentir la magia de
lo que significa ser feliz. Deseo... que nadie espere al siguiente año para
entender que los milagros pueden hacerse realidad aunque no todos los meses
sean Navidad.
☯ Sonia Brúnar ☯
No hay comentarios:
Publicar un comentario