sábado, 30 de marzo de 2013

Ya no más.

   Decidí salir de mi refugio para ver si así alcanzaba a ver la luz de un nuevo día que me llenase del aire suficiente para empujar las velas que, desde hace meses, parecen rendidas a la deriva de un destino incierto. Decidí acercarme a otros corazones que pudiesen darme el consuelo que en momentos así tan necesario se nos hace. Nada peor en la vida que hacer las cosas por el simple hecho de creer que nos llevarán a sentirnos bien, engañándonos ante la realidad que nos muestra que lo único de lo que somos capaces es de mantenernos de pie.

   No podemos entregar nuestro amor al mundo cuando es el mundo el que nos frena en nuestros propósitos o, al menos, es así como lo sentimos. No es fácil sonreírle cuando en nuestro corazón sentimos que es él quien nos corta las alas, quien nos despoja de lo que más queremos, de lo que nos da la vida, nos la daba...

   Salir a la calle con el disfraz de sonrisa no ayuda a que ésta salga luciendo la luz de su sinceridad y, así, los que la recogen sienten un rechazo inmediato que los hace alejarse apresuradamente de ella. ¿Qué será lo que esconde en realidad? Pretendemos que con dos palabras entiendan todo ese cúmulo de sensaciones que nos invaden, que nos bloquean ante algo, tan difícil de aceptar, que indudablemente requiere de una larga espera y de una saludable paciencia que, de no tenerla, acaba por tergiversar la imagen que damos de nosotros mismos al Universo.

   Hoy me rindo ante mi vano intento de seguir adelante porque es mi deber. Me paro, vuelvo a mi refugio, a mi cueva, al único lugar que a día de hoy me permite sentirme segura. No quiero esforzarme en mostrar a los demás lo mejor de mí si con ello no siento ser quien soy. Ya no más...

  Ya no más reuniones en las que hacerme un sitio que otros no quieren darme. No más humillaciones que me recuerden la crueldad del que refleja sus miedos en nosotros sin dejarnos darles el amor con el que les abrimos nuestros brazos.

    Ya no más noches de insomnio para intentar dar sentido a todo lo que no lo tiene, para soñar despierta con esa tranquilidad que sólo podemos conseguir al dormir.

    Ya no más ilusiones forjadas sobre un futuro que se sabe totalmente incierto, que puede incluso adivinarse desierto.

    Ya no más días de subidas que nos activen cada célula del cuerpo cuando sabemos que la bajada será en picada, será lo que nos haga rodar por todo ese cúmulo de sentimientos de los que más tarde o más temprano nos tendremos que desprender.

    Ya no más situaciones que me alejen de los grandes propósito de mi vida, de la capacidad de hacer feliz al mundo y, sobretodo, de hacerme feliz a mí misma, al corazón que me da la energía, la fuerza y el valor para seguir siendo cada día y eternamente libre. No, ya no más...

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Entradas Destacadas